ALFEÑIQUE
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Significado : Persona delicada
de cuerpo y complexión.
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Sinónimo : Enclenque, delicado, delgado.
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Antónimo: Fuerte, vigoroso, robusto.
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viernes, 3 de octubre de 2014
ALFEÑIQUE: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
AFLICCION: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
AFLICCION
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Significado : Sustantivo. Efecto de afligirse o entristecerse
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Sinónimo : Pena, tristeza, murria, cuita
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Antónimo : Alegría, felicidad, ánimo
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TEMERARIO: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
TEMERARIO
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Significado : Adj. Excesivamente imprudente afrontando peligros
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Sinónimo : Osado, valiente, arrojado
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Antónimo : Cobarde, miedoso, temeroso
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PERPLEJO: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
PERPLEJO
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Significado : Adj. Vacilante, dubitativo, confuso.
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Sinónimos: Dudoso, vacilante, incierto
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Antónimo : Determinado, resuelto, firme
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PALADÍN: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
PALADÍN
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Significado : Defensor notable
de una persona o causa.
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Sinónimos: Defensor, héroe, campeón
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Antónimo : Cobarde,
pusilánime, agresor
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PERSPICAZ: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
PERSPICAZ
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Significado : Adjetivo. Persona que tiene ingenio agudo.
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Sinónimos: Astuto, ladino, ingenioso, sagaz
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Antónimo : Ingenuo, crédulo, inocente.
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PROFERIR: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
PROFERIR
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Significado : Infinitivo.
Pronunciar palabras o sonidos
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Sinónimos: Pronunciar, articular, decir
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Antónimo : Callar, silenciar
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MITIGAR: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
MITIGAR
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Significado :
Infinitivo. Suavizar o disminuir algo riguroso o
áspero
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Sinónimos: Moderar, aplacar, disminuir, suavizar
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Antónimo : Aumentar, empeorar, agudizar
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EFIMERO: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
EFÍMERO
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Significado : Adj. Que tiene corta duración
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Sinónimo :Pasajero, breve
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Antónimo : Duradero, eterno
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DEFERENTE: SINÓNIMOS -ANTÓNIMOS
DEFERENTE
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Significado :
Adjetivo. Que actúa con cortesía
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Sinónimos: Amable, cortés, afable
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Antónimo : Descortés, irrespetuoso, grosero
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DÍSCOLO: SINÓNIMOS -ANTÓNIMOS
DÍSCOLO
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Significado : Adj. Que no se comporta con docilidad y
obediencia.
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Sinónimos: Desobediente, reacio, indócil
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Antónimo : Obediente, sumiso, dócil.
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DESDÉN: SINÓNIMOS Y ANTÓNIMOS
DESDÉN :
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Significado : Sustantivo. Indiferencia que denota menosprecio.
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Sinónimos: Desprecio, desapego, menosprecio
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Antónimo : Aprecio, apego, cariño.
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DILATAR . SINONIMOS -ANTÓNIMOS
DILATAR:
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Significado :
Infinitivo. Prolongar
o retrasar un proceso o una actividad.
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Sinónimos: Extender, alargar, diferir
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Antónimo : Acortar, apurar, reducir
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El gatito
EL GATITO
Eran dos hermanitos, niño y niña, llamados Vasia y Katia. Ellos tenían una gata. Al llegar la primavera, la gata desapareció. Los niños la buscaron por todas partes, pero no lograron encontrarla. Una buena mañana, los chicos estaban jugando cerca del granero y oyeron sobre sus cabezas unos maullidos muy finos. Vasia subió la escalera al techo del granero. Katia le preguntaba sin cesar desde abajo: "La has encontrado? ¿La has encontrado?"
Vasia no le respondía. Pero, por fin, gritó: -¡La encontré! Es nuestra gata...Tiene gatitos. Son preciosos. ¡Sube enseguida!
Katia fue a casa en una corrida, tomó un platillo de leche y llevó a la gata.
Los gatitos eran cinco. Cuando crecieron un poco y salían ya debajo del ángulo del techo en que habían nacido, los chicos eligieron a uno de ellos, pardo con calzas blancas, y lo llevaron a casa. La madre repartió entre las vecinas los demás gatitos y consistió que los chicos se quedaran con el gatito pardo. Los niños le daban de comer, jugaban con él y, cuando se acostaban, lo subían a la cama.
El viento arrastraba la paja que había en el camino, el gatito jugaba con ella, y los chicos lo contemplaban muy regocijados.Luego encontraron cerca del camino acederas, se pusieron a recogerlas y se olvidaron del gatito.
De pronto oyeron que alguien gritaba muy fuerte : "¡Atrás, atrás!" y vieron que se acercaba al galope un cazador precedido por dos perros , que habían visto al gatito y querían atraparlo. Pero el tontuelo del gatito, en vez de escapar, se agazapó, arqueó el lomo y se puso a mirar a los perros. Katia se asustó de los canes y, dando un grito, se alejó corriendo. Pero Vasia se lanzó a correr hacia el gatito y llegó a donde se había agazapado al mismo tiempo que los perros. Estos querían atrapar al gatito, pero Vasia se echó sobre él y lo tapó con su cuerpo. Llegó al galope el cazador y espantó a los perros. Vasia llevó el gatito a casa y no volvió a sacarlo al campo.
Cuento de Tolstoi : Las niñas y las setas
Dos
niñas iban a casa llevando sendos cestos de setas.
Tenían que cruzar la vía del tren. Creyeron que la máquina estaba lejos, escalaron el talud y empezaron a atravesar la vía.
Entonces se oyó el retumbo del tren. La mayor de las niñas volvió atrás corriendo, y la pequeña atravesó el lugar.
La mayor gritó a su hermana:
–¡Quédate donde estás!
Pero el tren llegaba tan cerca y armaba tanto ruido que la pequeña no entendió: creía que le mandaban volver. Se metió entre los raíles, dio un tropezón, las setas se le cayeron y se puso a recogerlas.
El tren se echaba encima, y el maquinista hizo sonar el silbato con todas sus fuerzas.
La niña mayor gritaba:
–¡Deja las setas! –pero la pequeña entendió que le mandaban recoger las setas, y se arrastraba por la vía.
El maquinista no pudo frenar. La máquina se acercó, silbando con toda su fuerza, y atropelló a la niña.
Su hermana chillaba y lloraba. Los pasajeros se asomaron a las ventanillas de los vagones, y el revisor fue corriendo al extremo del tren para ver qué había sido de la niña.
Cuando el tren pasó, todos la vieron, echada entre los raíles, boca abajo e inmóvil.
Tenían que cruzar la vía del tren. Creyeron que la máquina estaba lejos, escalaron el talud y empezaron a atravesar la vía.
Entonces se oyó el retumbo del tren. La mayor de las niñas volvió atrás corriendo, y la pequeña atravesó el lugar.
La mayor gritó a su hermana:
–¡Quédate donde estás!
Pero el tren llegaba tan cerca y armaba tanto ruido que la pequeña no entendió: creía que le mandaban volver. Se metió entre los raíles, dio un tropezón, las setas se le cayeron y se puso a recogerlas.
El tren se echaba encima, y el maquinista hizo sonar el silbato con todas sus fuerzas.
La niña mayor gritaba:
–¡Deja las setas! –pero la pequeña entendió que le mandaban recoger las setas, y se arrastraba por la vía.
El maquinista no pudo frenar. La máquina se acercó, silbando con toda su fuerza, y atropelló a la niña.
Su hermana chillaba y lloraba. Los pasajeros se asomaron a las ventanillas de los vagones, y el revisor fue corriendo al extremo del tren para ver qué había sido de la niña.
Cuando el tren pasó, todos la vieron, echada entre los raíles, boca abajo e inmóvil.
CUENTOS DE TOLSTOI: EL HUESO DE LA CIRUELA
El hueso de la ciruela.
Una
madre compró ciruelas para darlas de postre a sus hijos. Las frutas estaban en
un plato. Vania nunca las había comido y no hacía más que olerlas. Le gustaron
mucho su color y su aroma y sintió deseos de probarlas. Todo el tiempo andaba
rondando las ciruelas. Y cuando quedó solo en la habitación, no pudo
contenerse, tomó una y la comió. Antes del almuerzo la madre contó las ciruelas
y vio que faltaba una. Se lo dijo al padre. Durante el almuerzo, el padre
preguntó:
-Díganme,
hijitos, ¿no han comido ninguno de ustedes una ciruela?
-No -contestaron todos.
Vania se puso rojo como la grana y dijo también:
-Yo tampoco lo he hecho.
Entonces el padre dijo:
-Uno de ustedes ha sido, y eso no está bien. Pero eso no es lo peor. Lo peor es
que las ciruelas tienen huesos, y si alguien no sabe comerlas y se traga uno,
se muere al día siguiente, eso es lo que temo.
Vania se puso pálido y dijo:
-El hueso lo arrojé por la ventana.
Todos se echaron a reír, pero Vania
estalló en sollozos
FILIPOK
FILIPOK
Había una vez un niño que se llamaba FIlipok . Un día de
todos los muchachos se fueron a la escuela .Filipok tomó su gorro y quiso
también ir con ellos, pero su madre le dijo:
_¿A dónde vas, Filipok?
_ A la escuela .
_ Todavía eres muy pequeño. No salgas. Y lo dejó en casa .
Los muchachos partieron a la escuela . El padre muy temprano
se fue al bosque y la madre a su jornal. En casa quedaron la abuela, acostada
en lo alto del horno, y Filipok.
La abuela se quedó dormida y Filipok estaba muy aburrido
solo. Buscó su gorro pero no lo encontró.
Entonces tomó un viejo gorro de piel de su padre y se marchó
a la escuela.
La escuela estaba al otro lado de la aldea junto a la
iglesia. Mientras Filipok caminaba por su calle, los perros no le hicieron
nada, porque lo conocían. Pero cuando se alejó de ella, la perrita Zhuchka se
puso a ladrarle y tras ella apareció un enorme perro que se llamaba lobo
.Filipok corrió desesperado y los perros lo siguieron. Entonces el chico comenzó
a gritar y, de pronto, dio un traspiés y cayó al suelo. En ese momento apareció
un campesino, espantó a los perros y le preguntó a Filipok´.
¿A dónde corres solito, pilluelo?
Filipok guardó silencio ,se levantó y siguió corriendo con
todas sus fuerzas. Cuando llegó a la escuela no vio a nadie en la puerta. Pero oyó
el bullicio de los muchachos. Filipok tuvo miedo:
“ Ysi el maestro me va a poner de patitas en la calle?”
Se detuvo un instante a pensar. Si se volvía a casa los
perros le saldrían al camino nuevamente,
pero si entraba…El profesor le daba mucho miedo.
-¿Qué haces afuera si todos los demás están en clase?
Filipok entró en la escuela decidido y, una vez en el
zaguán, se quitó el gorro de piel y entreabrió una puerta. La sala estaba llena
de muchachos y de todos hablaban a la vez. El maestro, con una bufanda roja al
cuello, se paseaba en medio del bullicio. De pronto vio a Filipok y le dijo:
¿Qué haces por aquí?
El niño callaba, con su gorro entre las manos.-
-¿Quién eres? ¿Cómo te llamas?
-¿Acaso eres mudo?
Filipok estaba tan asustado que no era capaz de decir una
palabra.
-Bueno, si no quieres hablar es mejor que te vayas a casa.
Filipok quería explicarlo todo, pero del miedo se le secó la
garganta. Miró al maestro y prorrumpió en llanto.
El maestro se enterneció y acariciándole la cabeza se
dirigió a los muchachos
-¿Quién es este chico?
-Es Filipok, el hermano de Kostia. Hace mucho quiere venir a
la escuela, pero su madre no lo deja y hoy ha venido a escondidas.
-Está bien, siéntate junto a tu hermano. Hablaré con tu
madre para que te deje venir a clases.
Luego el maestro comenzó a enseñarle las letras.
Filipok ya las conocía y sabía leer, aunque lentamente.
-A ver ,léeme tu nombre.
-Fi- li-pok.
Todos los muchachos se rieron.
-Muy bien-dijo el maestro-¿Pero quién te ha enseñado a leer?
-Mi hermano. Soy despabilado, no me ha costado nada. ¡Soy muy
listo!
-Ya tendrás tiempo para dártelas de sabio. Es mejor que
ahora empieces a estudiar.
Desde entonces Filipok va a la escuela igual que todos los
muchachos.
El vestido nuevo del zar
El vestido nuevo del Zar
Había una vez un zar al que le gustaban mucho los vestidos fastuosos y sólo pensaba en vestirse del mejor modo posible.
Un día se le presentaron dos sastres y le dijeron:
—Nosotros podemos hacerte un vestido tan hermoso como nunca nadie ha tenido en ninguna época y además tiene la ventaja que aquél que sea necio y no sea digno del cargo que ocupa, no podrá verlo. Sólo el inteligente será capaz de ver el vestido.
El zar se alegró de la proposición que le hacían los sastres y los encomendó el vestido.
Se dieron a los sastres piezas de paño para trabajar, terciopelo, seda, oro y todo cuanto es preciso para hacer el vestido.
Pasaron ocho días y el zar envió un ministro para saber cómo andaban los trabajos de confección..
El ministro llegó y pidió el vestido a los sastres, que le respondieron que ya estaba listo, mostrándoles para que lo vieran un lugar vacío. El ministro, que sabía que aquél que fuera necio e indigno de su puesto no sería capaz de ver aquel vestido, fingió verlo y los felicitó.
El zar se hizo llevar aquel vestido. Se lo presentaron, y también le indicaron un lugar vacío. El zar también fingió ver el vestido nuevo; se quitó el que llevaba y ordenó que le pusieran aquellas prendas magníficas.
Cuando el zar salió salía de paseo por la ciudad, todo el mundo veía que iba desnudo, pero nadie se atrevía a decirlo, sabiendo que únicamente los necios no podían ver el vestido, y cada cual pensaba que era él sólo quien no lo veía.
El zar se paseaba por la ciudad y todos sus súbditos admiraban el nuevo vestido.
De pronto un niño se fijó en el zar y dijo:
—¡Mirad! ¡El zar se pasea desnudo por la ciudad!
El zar sintió que la vergüenza se apoderaba de él, y todo el mundo comprendió que quedó todo avergonzado, y todo el mundo comprendió que, efectivamente, el zar iba desnudo por la calle.
los melocotones
Los melocotones
El music
(campesino ruso) Tikhon Kuzmitch, al regresar,de la ciudad, llamó a sus hijos.
—Mirad
-les dijo- el regalo que el tío Ephim os envía.
Los niños
acudieron: el padre deshizo un paquete.
—¡Qué
lindas manzanas! -exclamó Vania, muchacho de seis años-. ¡Mira, María, qué
rojas son!
—No,
probable es que no sean manzanas -dijo Serguey, el hijo mayor-. Mira la
corteza, que parece cubierta de vello.
—Son
melocotones -dijo el padre-. No habíais visto antes fruta como ésta. El tío
Ephim los ha cultivado en su invernadero, porque se dice que los melocotones
sólo prosperan en los países cálidos, y que por aquí sólo pueden lograrse en
invernaderos.
—¿Y qué
es un invernadero? -dijo Volodia, el tercer hijo de Tikhon.
—Un
invernadero es una casa cuyas paredes y techo son de vidrio.
El tío
Ephim me ha dicho que se construyen de este modo para que el sol pueda
calentar las plantas. En invierno, por medio de una estufa especial, se
mantiene allí la misma temperatura.
—He ahí
para ti, mujer, el melocotón más grande; y estos cuatro para vosotros, hijos
míos.
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—Bueno
-dijo Tikhon, por la noche- ¿cómo halláis aquella fruta?
—Tiene un
gusto tan fino, tan sabroso -dijo Serguey- que quiero plantar el hueso en un
tiesto; quizá salga un árbol que se desarrollará en la isba .
—Probablemente
serás un gran jardinero; ya piensas en hacer crecer los árboles -añadió el
padre.
—Yo
-prosiguió el pequeño Vania- hallé tan bueno el melocotón, que he pedido a mamá
la mitad del suyo; ¡pero tiré el hueso!
—Tú eres
aún muy joven -murmuró el padre.
—Vania
tiró el hueso -dijo Vassili, el segundo hijo -pero yo lo recogí y lo rompí.
Estaba muy duro, y adentro tenía una cosa cuyo sabor se asemejaba al de la
nuez, pero más amargo. En cuanto a mi melocotón, lo vendí en diez kopeks; no
podía valer más. Tikhon movió la cabeza.
—Pronto
empiezas a negociar. ¿Quieres ser comerciante? iY tú, Volodia, no dices nada!
¿Por qué? -preguntó Tikhon a su tercer hijo, que permanecía aparte.
—¿ Tenía
buen gusto tu melocotón?
—iNo sé!
-respondió Volodia.
—¿Cómo
que no lo sabes? - replicó el padre- ¿acaso no lo comiste?
—Lo he
llevado a Grincha -respondió Volodia-. Está enfermo, le conté lo que nos
dijiste acerca de la fruta aquella, y no hacía más que contemplar mi melocotón;
se lo di, pero él no quería tomarlo; entonces lo dejé junto a él y me marché.
El padre
puso una mano sobre la cabeza de aquel niño y dijo:
-Dios te
lo devolverá.
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